Cuando llegue a Monells, me sorprendió la tranquilidad que se respiraba. Se veía movimiento de vehículos (pocos), personas trabajando, pero al ser un pueblo pequeño y lejos de las vías principales de circulación, la sensación era de paz y sin ruido.
Como ya he dicho, no es un pueblo muy grande, pero esta muy bien conservado, al pasear por sus calles parece que te has trasladado a otra época.
Otra de las cosas que me llamo la atención es que no vi farolas largas, vamos las típicas farolas que hay en practicamente cualquier población, como tampoco farolas en las fachadas, no vi nada que pareciera un luz para iluminar las calles. Pero al observar las fachadas con más detenimiento, me encontré que habían unas estructuras de forma triangular y al fijarme bien me di cuenta de que eran luces. Estas no están a mucha altura y al estar colocadas en las paredes de las casas, quedan integradas al entorno y si no te fijas te pasan casi desapercibidas, ya que por la parte superior están pintadas de color marrón que ayuda a que se confundan con las piedras de las construcciones.
Y estas son las tomas del lugar:
La iglesia de Sant Genís, según la información que encontré sobre ella, esta ya fue citada el año 1019. Se conserva la cabecera románica, mientras que la nave y el ábside son de estilo gótico. La fachada occidental y el campanario son barrocos. Y el muro exterior de levante, dentro del cementerio, destaca una lápida sepulcral gótica del caballero Arnau de Pontós, que pertenece a una de las familias mas relevantes de la historia de Monells.
Y eso ha sido todo...